Opinión |
Política fiscal

Sergi Sol

Periodista

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"¡Quién no cobra 60.000 euros!"

Puigdemont ordenó votar contra la regulación de alquileres en el Congreso porque lo lleva en los genes

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Carles Puigdemont en un acto en Barcelona el día de la investidura de Salvador Illa / ZOWY VOETEN

"¡Quién no cobra 60.000 euros!" Ese fue el argumento que en su día esgrimió Carles Puigdemont para rechazar la propuesta del conseller d'Economia de Junts pel Sí, que era un tal Oriol Junqueras, que defendía subir ligeramente el IRPF a partir de esa cantidad. De hecho, la iniciativa era de Lluís Salvadó, que para entonces era el secretario de Hacienda a las órdenes de Junqueras.

No es que a Salvadó le ilusionara, en 2016, incrementar la presión fiscal. Solo que se requerían más recursos –sobre todo para escuelas y hospitales- porque el vigente sistema de financiación tenía a Catalunya en la intemperie. Ese sigue siendo hoy uno de los sólidos (y escasos) consensos en la sociedad catalana. Desde Sánchez Llibre a Pepe Álvarez.

Ocurre, sencillamente, que 60.000 euros es una cantidad claramente por encima de la media. Y escapa al concepto de clase media que define la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). Para estos, admitiendo que el concepto es muy elástico, son clase media aquellas personas cuya renta se mueve entre el 75% y el 200% del salario medio. Como todo en esta vida, es discutible. La percepción depende de diversos factores. Pero es un concepto que también abona la CaixaBank de Isidre Fainé.

Cuando el vicepresidente Junqueras debatió la cuestión con el president Puigdemont a este le salió del alma ese lamento. Ni se le calentó la boca, ni le dolía el bolsillo, ni fue un comentario hecho con maldad. Para nada. Era fruto de su entorno, de su día a día, de su barrio pudiente. Además, como advirtió el entonces conseller de Empresa, Jordi Baiget, Puigdemont era un president que no estaba muy al caso de la acción de gobierno, ni de las finanzas de la Generalitat, ni de los pormenores de la gestión cotidiana. A Baiget, decirlo en alto, le costó la cabeza.

Peor fue en su día cuando el president era Artur Mas y pasó a apoyarse en ERC, en el Parlament, tras romper con el PP y estrellarse en las elecciones de 2012. Solo que, en ese momento, la propuesta de ERC pasaba por incrementar el IRPF a partir de los 100.000 euros. Su entorno mediático exclamó exaltado en un programa de TV3 –en un ejercicio de engañabobos- que la propuesta se cebaba con las clases medias ‘apuradas’, pese a que la propuesta solo apuntaba a las rentas por encima no ya de los 60.000 sino de los 100.000 euros. Son esas tomaduras de pelo que pretenden atemorizar a los sufridos contribuyentes, al grueso de ellos, que son los que la OCDE considera clase media. Y a los que para nada les afectaba que se subiera un puntito el IRPF a aquellos privilegiados que superaban los 100.000 pavos. ¡Y ojalá que hubiera más!.

Por eso ordenó votar Puigdemont contra la regulación de alquileres en el Congreso. Lo lleva en los genes. Nos querrán contar milongas, como que todo era para meter en vereda a Sánchez, que les toma el pelo a ellos, que alardeaban de cobrar por adelantado. O sea, para marcar paquete ante el 'Perro Sánchez' sumando sus votos a los de la derecha y la extrema derecha. Si Sánchez es el Perro, yo soy el León, nos dice el macho alfa Puigdemont.

Podría ser mínimamente creíble si no fuera porque su política fiscal es la que es. Y en eso andan bravos y han dado repetidas pruebas de ello. Por ejemplo, cuando flirtean con equiparar inmigración y delincuencia. O cuando babean –sin confesarlo abiertamente- por las políticas fiscales que promueve la lideresa Ayuso. Hay que suprimir el Impuesto de Sucesiones (que en Catalunya es progresivo y solo grava a una minoría) y el de Patrimonio. Claro que para la gerifalte Ayuso pagar impuestos es, en general, un atraso, sobre todo si lo pagan los muy ricos, los millonarios. Siguen a pies juntillas esa farsa mezquina según la cual que se exima de pagar impuestos a los millonarios es beneficioso para el conjunto de la sociedad. Es de risa, pero es un mantra que acuñaron en su día Margaret Thatcher y Ronald Reagan y que sigue en boga en la derechona que lucha heroicamente contra el infierno fiscal. Nos referimos a los ricos-ricos, el 1% de la población. Para nada los que pasan de 60.000 euros que, como mucho, son gente con buenos salarios. Y punto.

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Es una pena. Porque en Junts hay verdaderos socialdemócratas, como Josep Rull. O tipos como Jaume Giró, que no confunden la gimnasia con la magnesia. Hay gentes en Junts impregnadas de patriotismo social. Pero la pulsión que manda en Junts es otra. Por eso dan bandazos y votan como votan porque lo llevan en la sangre.

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