Es malo escribir en caliente pero dadas las dimensiones de la tragedia no sé cómo me puedo enfriar. Pertenezco a un grupo de apoyo a los voluntarios que trabajan en la tristemente famosa isla de Lesbos a la que ha llegado un niño con congelación en las dos manos. Sin asistencia urgente el final es amputación o muerte.
Entretodos
Un afgano no tiene derechos de refugiado. En su desesperación, y ante la impotencia de mis compañeros y la inoperancia de las administraciones, la familia decide proseguir el viaje a ninguna parte. Otro niño sin nombre con fatal destino y en el más absoluto de los anonimato. Los desplazados tienen tan difícil sobrevivir como los voluntarios olvidar. ¿Somos primer mundo? ¡Ja!