Una sonrisa, la expresión de la cara, siempre ha formado parte de la comunicación entre las personas. Gestos que rubricaban sentimientos de agradecimiento, de simpatía, de complicidad con el otro se han perdido. Han desaparecido de nuestras caras detrás de unas mascarillas que las circunstancias nos obligan a llevar. La ausencia de las sonrisas ha mutilado la expresión. El tono de nuestra voz hará que imaginemos esa sonrisa que no podemos ver. La expresión de nuestros ojos seguirá comunicando esos sentimientos que confirmen que no somos robots, y que hemos de reforzar de alguna manera para conseguir que no se pierda ese calor humano que trasmite una sonrisa.
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