Un tema curioso para mí es ver la cantidad de manteros que hay en Barcelona. Yo a ellos les entiendo, es normal que vayan ahí donde menos traban les ponen. Claro que también entiendo a los comerciantes de las zonas turísticas, que no paran de perder dinero ante el top manta delante de sus negocios, y ellos pagando sus impuestos.
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Y ya no hablemos del peligro latente que hay en la estación de metro de Catalunya, en la L3. Las autoridades, al igual que cualquiera que pase por sus andenes, lo saben. Dios no lo quiera, pero si un día pasara alguna desgracia y la gente tuviera que salir corriendo, hay tal embudo entre los tenderetes de los manteros que la desgracia estaría asegurada. Claro que esto, todos los que cogemos el metro, lo sabemos.
En último lugar, recuerdo con cariño el antiguo Barrio Chino, hoy llamado Raval. Sería buena idea que las autoridades pertinentes se fueran a vivir una temporada entre sus calles. Quizá así entenderían tanto a los que se marchan por los precios inasumibles de sus pisos de alquiler como a los que se van por la violencia y las drogas entre las que viven.