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La 'superilla' de Janet

Puede que las Ramblas, el paseo que antaño fue de los barceloneses, hoy conquistado por turistas y amantes de lo ajeno, sea remplazado como paseo por la calle Consell de Cent

La reforma de Consell de Cent costó 26 millones, la mitad de la 'Superilla Eixample'

Escenas inesperadas de la Superilla del Eixample / JORDI OTIX

Una sentencia del Tribunal Supremo avala la correcta actuación del equipo de Ada Colau con la 'superilla' del Eixample, en concreto entre las calles Consell de Cent y Girona. A estas horas, la exteniente de alcaldía, Janet Sanz, debe de estar dando saltitos de alegría, porque augura que todas las demás sentencias que van en este sentido serán igualmente favorables.

Está claro que la transformación de la calle Consell de Cent ha sido una mejora extraordinaria para la zona. Tal como alguien dijo una vez, puede que las Ramblas, el paseo que antaño fue de los barceloneses, hoy conquistado por turistas y amantes de lo ajeno, sea remplazado como paseo por la calle Consell de Cent. Una calle que dista en algunos aspectos del paseo que el Ayuntamiento expuso en 3 D en su web, en el momento en que se construía. Lo que en la animación parecía una selva ordenada, ahora, en según qué tramos, hay parterres pelados, sin verde y con desperfectos. Aun así, el aspecto de la calle es mucho mejor del que cuando era una calle transitada por vehículos. Para el que quiera conocer cómo era la antigua Consell de Cent que eche un vistazo al tráfico de la calle València, cuyos vecinos deben estar dando saltos, como Janet Sanz, pero por motivos muy distintos.

Recordarán que las obras de la 'superilla' se hicieron con bastante celeridad. El equipo de Ada Colau tenía prisa por llegar a las elecciones con la alcaldesa pisando el proyecto ya terminado, dicha premura hizo que algunas cosas que estaban pensadas de una manera fuesen de otra. Por lo que sé, el pavimento no era el inicialmente previsto, pero cómo no se llegaba a tiempo, se optó por un suelo más barato y mucho más poroso de lo que aconseja ser un suelo público. De ahí las enormes manchas que se observan en todo el recorrido que afean la obra y que le dan un aspecto viejuno a una cosa de poco más de un año.

Un fallo garrafal fue no haber previsto que los vecinos generan basura y necesitan contenedores para tirarla. Así que, una vez hecha la obra, hubo que poner, a la vista de todo el mundo, esos horribles contenedores de todos los colores.

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Si bien hay que alegrase de la sentencia del Tribunal, yo no daría muchos saltos de alegría hasta acabar como se merece un proyecto tan positivo para nuestra ciudad.

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