¿Eres más de Broncano o de Motos?

España no tiene solución. La nuestra es una España dividida, como mínimo en dos partes, aunque creo que en algunas más. La gente se reparte entre dos bandos se hable de lo que se hable; eso sí, con sus matices correspondientes, claro. Están los que soportan una cosa y los que defienden la contraria por oposición al otro bando. En fin, que vivimos instalados en lo que se ha dado en llamar las dos Españas, dos partes herederas de un país que tuvo la vergüenza de padecer una guerra civil, una guerra que ha marcado al ciudadano de a pie y que a veces prolonga ese enfrentamiento sin disimulo.

Hace poco alguien volvió a hablar de las dos Españas en relación a los que se deciden por ver a Broncano o a los que deciden mirar a Motos. Es verdad que la competencia creada entre los dos programas ha despertado mucho morbo y, como casi todo en este país, algunos han corrido a politizarlo. Digamos que Broncano representaría a un público joven, o más joven que el de Pablo Motos, y más libertino, con capacidad de aceptar preguntas del todo incorrectas, en un formato que es la anti-entrevista, o la no entrevista, directamente. Por la otra parte, la que corresponde al Hormiguero, se presenta con un formato más tradicional, en el que Motos, al igual que sus colaboradores, manifiesta públicamente su escasa afinidad con el gobierno de Pedro Sánchez. No sé, parece ser más proclive a simpatizar con políticas conservadoras de la derecha.

Personalmente, ni como Tricicle ni a título personal, nunca he sido invitado a esos dos programas; el de Motos, por una razón bien clara: estamos vetados. Nunca nos han querido porque, al parecer, hace muchos años, cuando Motos era un colaborador/cuentachistes de una emisora en la que nos entrevistaban a los tres, no le reímos sus gracias, lo que parece fue un enorme desengaño para él, y desde entonces nos censuró. A Broncano no descarto ir, si es que no está enfadado conmigo sin yo saberlo.

¿Eres más de Broncano o de Motos? Me reservo la opinión, aunque muy listo no hay que ser para adivinarla. 

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