América panza arriba

Yo no tengo tan claro como otros que Kamala Harris “arrasara” en el debate contra Donald Trump. Creo que ella marcó más goles de los esperados y eso ha desatado la euforia entre los ya convencidos. ¿Convencerá a alguien más? Desde el ángulo europeo, es fácil ver a Trump como un 'alien' y reírse de esas cosas que dice de inmigrantes robando gatos y perros para comérselos. Pero en América hay muchas Américas, y para algunas de ellas esto tiene sentido. Si en Europa el Estado del bienestar ya no inspira confianza, figúrense en un país donde la gente está acostumbrada a pagar por su seguro médico y por el de su familia, pero por nadie más. Que cada palo aguante su vela. La madre de Barack Obama falleció de un cáncer del que no se podía tratar porque su seguro no quiso hacerse cargo de una dolencia que ya venía de “antes” de contratarlo. Siendo su hijo presidente, luchó contra esta injusticia. Las compañías de seguros reaccionaron disparando implacablemente las primas. Y así todo el rato.

Servidora vivía en Nueva York cuando Obama ganó. Mis amigos americanos lloraban de felicidad. Hay que entender que la cuestión racial en Estados Unidos va mucho más allá de la igualdad de derechos. Los negros no solo fueron discriminados durante siglos. Fueron esclavizados. De ese ardiente pecado original salió una guerra civil y alguna paradoja, como que el Partido Demócrata representara en origen los intereses económicos del Sur y se opusiera a abolir la esclavitud. Hay que esperar casi a Kennedy y a Martin Luther King para que todo eso dé el vuelco espectacular que, andado el tiempo, llevaría a Obama a la presidencia, y quién sabe si llevará también a Harris.

¿Fue Obama el mejor presidente? No. Muchas de sus buenas intenciones quedaron en nada. La progresía 'made in USA' es un pozo de contradicciones y de decepciones. Véase, por ejemplo, el tema del aborto. La ley federal que blindaba el derecho de toda mujer americana a tener la última palabra sobre su cuerpo decayó, no solo porque a Trump no le gustara. Fue porque estaba basada en un montaje. En el juicio ganado por una activista que declaró haber sido violada, pero que con los años no solo admitió que nunca lo fue, sino que se lanzó a combatir el derecho al aborto con tanto ahínco como antes lo había defendido.

A mí, el debate Trump-Harris me estaba dejando bastante fría hasta que tocaron este tema y le oí decir a Trump la barbaridad de que hay estados donde se contempla el aborto posparto. ¿Qué insinúa? ¿Que alumbran a los bebés y después los tiran al mar? Ante eso, me quedé esperando por dónde salía Harris.

Ahí protagonizó ella la que para mí fue su mejor intervención. Con atinada humildad vino a pedir a todos sus compatriotas que, crean en lo que crean, y sin renunciar a sus creencias, entiendan a las mujeres que, por la razón que sea, toman la dramática decisión de interrumpir un embarazo. Que respeten que otros hagan lo que tú no harías jamás.

Me pareció una buena manera de expresarlo, porque además contenía una promesa de ¿redención? Como el Partido Demócrata fue primero esclavista para acabar llevando al primer presidente negro a la Casa Blanca. La política también es saber crecer. Si, contra todo pronóstico, Kamala Harris se abre paso, será porque, tenga o no tenga soluciones, ha activado esa maravillosa hambre de fraternidad ante los problemas que nos hace humanos. La de no conformarte con que cada palo aguante su vela y ya está. ¿Hay algo más realista…y más triste?

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