El lunes 22 de noviembre se celebró la festividad en honor a Santa Cecilia, patrona de la música y las y los músicos. Cualquier persona relacionada con esta (sea creyente o no), ya sea amante, simpatizante, profesional o la tenga como pasatiempos, considera que es su día, y por ese motivo le hace un pequeño homenaje. La mayoría de bandas de música del territorio programan un concierto, que normalmente va seguido de fiesta o comida. Pero lo que realmente agrupa a un colectivo social es la misma disciplina, afición o vocación.

Con esto quiero hacer reflexionar a los lectores y lectoras sobre lo importante que puede llegar a ser el arte, en este caso la música, para nuestras vidas. ¿Quién no se ha quedado dormido escuchando música de fondo, para relajarse? ¿Quién no se ha puesto una melodía cuando está triste como acompañante en sus penas? ¿Es cierto eso de que quien canta su mal espanta? Seguramente podríamos llenar una página con ejemplos de situaciones cotidianas en las cuales interviene la música, o está implicada, y todavía se nos ocurrirían más.

Se suele creer que la vida es una carrera de fondo en la cual debemos conseguir muchas metas lo más rápido posible. Pero la realidad, usando una metáfora relacionada con la música, es que es una composición musical; no se trata de cantidad de notas, sino que estén armonizadas a la perfección entre sí y escritas en el sitio correcto del pentagrama (se podría comparar con la amistad). Además, hay momentos cadenciales que parecen el final de la obra, pero de repente sigue. Por tanto, debemos encontrar la dirección de la frase musical (nuestro propio camino) y exagerar las dinámicas cuando convenga mientras que otras veces solo encontrar el punto medio. En resumen, vivir.