Caminando por una acera de Barcelona, bastante más pequeña de 4,8 metros, observé a una vecina muy mayor paseando con cuatro grandes garrafas de agua, vacías, de 8 litros cada una de ellas.
Entretodos
Después de pasar delante de dos contenedores amarillos de envases sin soltarlas, resulta que cuando pasaban, rozándole, los ciclistas, les rogaba amablemente, aleteando sus burbujas protectoras: "Por favor, alejaros...". Frenazos, gritos, broncas e insultos varios en catalán, castellano, inglés e incluso italiano. Sospecho que en caso de atropello y envío por una muy larga temporada al hospital, no se habrían quedado a auxiliarla, haciéndose cargo de sus irresponsabilidades.