Siempre he pensado que no hacía falta que hubiera señales y asientos reservados para personas con problemas de movilidad, mujeres embarazadas y padres y madres con bebés en el metro. Debería salir de nosotros mismos ceder nuestro asiento, sea cual sea, a toda persona para la que sentarse sea una necesidad.
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Pero en vista de que no todo el mundo tenemos el mismo sentido común, he cambiado de opinión. Deberían señalizar y reservar todos los asientos. E incluso para todos aquellos que se hacen los dormidos, los despistados, y los que no levantan la cabeza del libro o teléfono, deberían hacer señales por megafonía de forma recurrente. A ver si de esta manera conseguimos que, mediante un bombardeo de información, vivamos en una sociedad más solidaria y empática.