Laura Borràs (LB) y Donald Trump (DT) no solo son ambos físicamente poderosos (voluminosos y altos), tienen muchas otras similitudes. Sus innumerables fans nunca desfallecen y, seguramente, la actitud de todos estos seguidores que les aplauden y aclaman les alienta a no rendirse jamás y a continuar siendo como son: nunca doblan la rodilla porque siempre piensan que tienen la razón. Yo creo que Borràs y Trump son así porque son dos seres absolutamente emocionales, y si alguna vez alguien de sus respectivos equipos intenta educadamente hacerles reflexionar no los escuchan y los despachan de inmediato.
Entretodos
Estoy convencido de que, si les conviniera, los dos serían capaces de aseverar que el número pi (3,1416) fue, en su día, una decisión política. Borràs continúa pensando que su suspensión como presidenta del Parlament ha sido una deslealtad, y Trump cada día está más seguro de que Biden le robó las elecciones. Borràs y Trump han tenido la misma suerte o, dicho de otro modo, han surgido (y temporalmente han triunfado) porque el populismo y muchas de las redes digitales por donde se propaga han reemplazado la reflexión y el pensamiento por los sueños y las emociones.
En otras épocas (no muy lejanas) Borràs y Trump no hubieran tenido cabida alguna en la política; ella (con su currículo académico) se hubiera podido seguir dedicando a la enseñanza, y él (que no tiene título alguno) a los negocios inmobiliarios.