Mi respeto, aprecio y consideración por la Guardia Civil es grande. Y la conozco bien. He sido Delegado Insular del Gobierno en Menorca de 1983 a 1988 y Gobernador Civil de Tarragona de 1988 a 1996. Comparto con ellos muchos momentos difíciles, como el atentado contra el cuartel de Sant Carles de la Rápita en Noviembre de 1990 o el incidente nuclear en la planta de Vandellós I en octubre de 1989. A petición de la Comandancia de Tarragona me impusieron la Cruz de Plata de la Orden del Mérito del Cuerpo. Siento afecto y respeto por los que estuvieron bajo mi mando, desde el capitán que mandaba Menorca o los mandos de la Comandancia de Tarragona, hasta el último guardia de los puestos de la provincia. Podría dar incluso algún nombre de guardias de a pie que todavía recuerdo.
Entretodos
El pasado 13 de marzo me cogió en Marrakech de visita, porque digan lo que digan no había una sensación de alarma generalizada ni en España ni en Europa y yo había ido a visitar amigos el 8 de marzo sin que nadie dijera nada en contra. Cuando el 12 de marzo Marruecos cerró las fronteras con España y Francia y cancelaron vuelos, comenzó una aventura de dos días y dos noches para conseguir llegar a Barcelona. En esa aventura las informaciones y recomendaciones que por teléfono me dio la Comandancia de Ceuta fueron las que me permitieron volver. Una vez aquí se lo he agradecido por carta a la Dirección General.
Ahora estoy avergonzado por los despropósitos de los sucesivos informes a la jueza Rodríguez-Medel. El daño que están haciendo a la confianza de la población en ustedes es inmenso y quedará más allá de este caso particular.