Para atajar las peores consecuencias de la covid-19, los gobiernos y las administraciones lo intentan, pero consiguen resultados muy escasos. El confinamiento ha sido la mejor decisión al respecto.
Entretodos
El mercado sigue funcionando sin demasiados óbices. El pasado 9 de noviembre se logró un hito histórico: la capitalización bursátil mundial rebasó los 100 billones de dólares (82,6 billones de euros). La crisis no es de escasez, sino de sobreproducción. Los problemas no son el material sanitario o la vacuna, sino el precio a pagar por estos.
La alternativa a la crisis sanitaria es sistémica: el Estado nacional o regional (UE) reparte la riqueza acumulada (material sanitario e investigación científica) mediante la prestación de servicios (sanidad pública) que racionalicen la producción y limiten el dispendio o, renunciando a la razón, se destruye el superávit de riqueza lo más eficazmente posible, dejando el material en los almacenes especulativos.
El mercado trasnacional creará una escasez artificial que suba los precios y la salud llegará únicamente a quien la pueda pagar, como si fuera una mercancía más, sujeta a subasta y precio.