Una familia cristiana de un país asiático gozaba de una respetable posición económica y social, pero la discriminación, la presión y el acoso islamista les obligó a dejarlo todo para venir a España. El matrimonio tiene tres hijos jóvenes, en edad laboral. Nuestro Gobierno tiene pendiente regularizar su situación de “arraigo”. Cuando se produzca, que no se sabe cuándo, dispondrán de un NIE. Entre tanto, carecen de papeles para casi todo, especialmente, para lograr contratos de trabajo.
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Consiguieron antes de la pandemia montar un comercio para salir adelante. La realidad es que la doble discriminación que sufren impide que el negocio remonte. Para sus vecinos del Parque Miraflores y San José son extranjeros, aun siendo católicos, y no van a su tienda a comprar. Para los inmigrantes, musulmanes o hindúes, son cristianos, motivo por el que no ponen un pie en su tienda. Qué modo de buscar la diferencia, de discriminar.
Han acudido al Ayuntamiento, al Gobierno de Aragón y a organizaciones benéficas, sin éxito. Parece que tantos edificios y organismos que lucen el adjetivo 'social' están llenos de funcionarios y vacíos de ayudas con que se llenan la boca los políticos. Sin embargo, saben de migrantes musulmanes que están recibiendo las ayudas que a ellos les niegan. Por increíble que parezca, lamentablemente, es así.
A quien corresponda, revisen los protocolos y agilicen los trámites. Es de justicia, de recibir lo que les corresponde como personas que han tenido que abandonar su país por persecución religiosa. Han recalado aquí considerándonos un país libre, hospitalario y con leyes que respetan los Derechos Humanos. ¿Para cuándo una aprobación administrativa, una firma por la que obtengan el tan ansiado NIE? El potencial laboral de los 5 miembros de la familia les permitiría una solvencia económica, pues ellos no quieren refugiarse en la subvención ni en la caridad. Zaragoza y su ciudadanía lo exige, por favor.