Ringo Starr, batería de los Beatles, durante la grabación del LP 'Let it be' anunció a los demás componentes del grupo que no se sentía considerado, que no se sentía querido, y se marchó a su casa. En el fondo, nadie se lo creía mucho porque Ringo necesitaba más de los Beatles que estos de él. Algún miembro del grupo había dicho con sorna que Ringo "no solo no era el mejor batería del mundo, sino ni tan siquiera lo era de los Beatles".

Comenzaron entonces las visitas a su casa de John, Paul, George, hasta la genial Yoko y otros miembros del 'staff' para decirle lo bueno que era y lo mucho que le echaban en falta. Le dieron 'cariñitos', le dijeron lo bueno que era, que nada podrían hacer sin él y al poco tiempo, la oveja volvió al redil.

Esta historia me ha recordado al presidente de la carta (de dimisión o no). El presidente necesita 'cariñitos', así que ya os podéis mover porque sino no volverá a tocar la batería para que os fastidiéis todos. Hay que llamarle, darle algunas palmaditas en la espalda y decirle ¿qué sería de nosotros sin él? Que los de Junts y Bildu le echan en falta (¿qué va a ser de ellos?). Hasta los suyos están descolocados y preocupados. Cuántos pueden irse al paro.

Y de paso, decirle que su esposa es la primera dama más joven, guapa y preparada, que los tiros vienen por ahí. Que no tienen ningún significado las subvenciones y ayudas que otorga el Gobierno de su marido, son ajenas a su actividad, sea cual sea esta y aunque salga en la foto.

Venga, vámonos, que vienen los de Manos Limpias buscando artículos para la querella.