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"Puede que la familia funcione mejor cuando uno de los progenitores es duro y el otro acogedor"

Padres e hijos . Imagen David Castro / DAVID CASTRO

Tengo delante el escrito de Emma Riverola, “A esos padres”, publicado el pasado domingo. Extraigo este fragmento: "A los que fueron educados en el ordeno y mando de su padre y el "shhhh, que no se entere papá" de su madre. Era ella la que consolaba al niño cuando tenía pena, o le ponía tiritas en la rodilla, o le preparaba un caprichito para la cena, o le hacía cosquillitas para despertarlo, o le dejaba quedarse en casa cuando le dolía la barriga. Pero tú calla, que no se enfade papá" (..).

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Más o menos, la escritora mencionada viene a decirnos que celebra el cambio. Celebra que los padres de ahora no sean como los de antes. La mayoría de las personas que yo conozco también. Pero añado una reflexión, que no es una conclusión: "Hay personas que piensan que las casas funcionan mejor cuando un miembro de la pareja establece los límites obligados, y el otro permite las evasiones necesarias. Cuando uno es la presión y el otro la válvula de escape. Cuando uno es duro y el otro acogedor.

Estas personas que piensan eso también piensan que la estrategia del "poli bueno, poli malo" es una estrategia eficiente. Y que dando una de cal y otra de arena se consiguen más cosas.