Es una buena noticia que la próxima ley del Taxi proteja a los taxistas, aunque sabe mal que se resistan a protegerlos por su supervivencia económica. Es una manera de trabajar y debería poder asegurarse.
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Por otro lado, como no siempre sale lo nuestro, el taxi es un servicio público y tendría que dar servicio a toda la ciudadanía. Espero que la nueva ley contemple que el 5% de la flota sea de coches adaptados, tal como se acordó, y que disponga de los recursos suficientes para que se cumpla la ley y, en caso contrario, penalizar a quien no lo haga.