Según la ONG británica Global Justice Now, entre las 100 economías más ricas del mundo hay 69 corporaciones y sólo 31 gobiernos. La noticia es, al menos, inquietante.
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El mundo gravita alrededor del dinero, y el dinero es poder. De este modo, megacompañías de distintos sectores de la economía sufragan a grupos de presión a los ciudadanos, políticos y sindicatos, para tener la fuerza suficiente para doblegar a los países a sus intereses económicos; y no para ocupar el poder, sino para controlarlo y promover políticas públicas que se encaminen a imponer, solapadamente, sus intereses especulativos y así conquistar sus metas crematísticas.
En su itinerario, con vehemencia e inexactitudes, desacreditan y atacan a quienes se oponen a sus propuestas.
Desde hace siglos el dinero ha pagado al poder para obtener favores con los que generar más dinero; y el poder se ha servido de ese dinero para ampliar su cuota de dominio y riqueza. Y, tristemente, de este mangoneo en España sabemos demasiado.