Creo que la excusa que siempre me he puesto en las épocas en las que he leído menos de lo que me gustaría es que no tengo tiempo. Y justamente este nuevo curso, el año en el que estoy más ocupado de toda la carrera: clases, prácticas, trabajo, me he puesto el reto de leer como mínimo un libro al mes.
Entretodos
Para mi sorpresa, parece ser que en realidad sí que tenía tiempo para leer: en los trayectos en metro hacia la universidad, después de comer, antes de irme a dormir. Las dos horas al día que dedicaba en total a navegar por Instagram sin rumbo ahora las dedico a pasar páginas. Nunca me había sentido tan productivo, ni tan relajado.