Se nota que vivimos tiempos difíciles en muchas cosas pero, sobre todo, es porque al enfocar los problemas nos encallamos enseguida, nos discutimos de entrada. Dedicamos mucha atención a ciertos detalles y nos complicamos mucho al intentar definirnos. Todo junto demuestra que no nos tenemos la suficiente y necesaria confianza para avanzar. La flexibilidad para adaptarnos los unos con los otros es casi nula.
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En la actualidad, en política, los asuntos que más abren ampollas y nos alejan es el de las nacionalidades y el territorial. En las Españas costeras, esas tierras acostumbradas desde hace mucho a los turistas y a los aires diversos, esta cuestión se vislumbra con suficiente estoicismo. Sin embargo, cuando oyen a hablar de ello en el interior del país, muchos se alteran de inmediato. ¿Qué diablos significa eso? ¿Lo de que Catalunya es una nación, lleva directamente a la muerte de la Constitución? Escriben con rotundidad militar.
Seguramente, por eso, para intentar solventar este delicado asunto, hace algunos años, Los Morancos, esos famosos humoristas sevillanos, intentaron colaborar y expusieron su idea al respecto: "Catalunya es un sitio", dijeron. Lo contaron de tal manera que me costó dejar de reír.