Después de varios intentos para aprobar el carnet de conducir, el primer día que cogí el coche tuve la mala suerte de aparcarlo en el sitio equivocado. Cuando volví, el ruido que hacía era alarmante y la conducción había cambiado. Resulté ser una de las múltiples víctimas de un delito en auge, los robos de catalizadores, una pieza del tubo de escape que contiene metales preciosos. Pese a un final feliz gracias al seguro y la denuncia, cada vez que aparco el coche pienso en si va a estar intacto cuando vuelva.
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