La horrenda masacre perpetrada en una sala de conciertos de Moscú con más de un centenar de fallecidos, reivindicada por el Daesh, del que se han difundido imágenes desgarradoras, depara una imprevisible respuesta de Putin. Pese a la aplastante victoria electoral, tras la farsa de unos comicios organizados para mantenerse indefinidamente en el poder, lo cierto es que ese bárbaro atentado terrorista que ha causado la muerte de seres inocentes desmonta la imagen de un país seguro e inexpugnable y constituye una humillación.
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No cabe duda de que el autócrata Putin tiene muchos enemigos y algunos de estos son los disidentes. E incluso algunos militares que cuestionan su mandato. Putin, pese a la confesada paternidad del atentado desvía el foco de atención hacia Ucrania y amenaza con una respuesta militar contundente.
En Rusia ya no se habla de "operación militar especial" sino abiertamente de "guerra". Putin es impredecible. Occidente está en vilo ante la agravada inestabilidad geopolítica.