Magaluf continúa siendo aún uno de los más lucrativos lugares de ocio entre los que se fomenta el turismo de borrachera, con su cortejo de excesos, incluidos los abusos sexuales y violaciones. Acuden, como moscas al excremento, turistas que jamás se atreverían a cometer esos excesos en su tierra, con el aliciente incluido de despreciar después a un país tan bárbaro que aún los permite. Gamberrada local, prohibida durante muchos años, masiva y repugnante guarrada.
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Después, gracias a TVE, el penoso espectáculo anual de Buñol atrae a muchos participantes, en su gran mayoría extranjeros, ansiosos de desfogarse peleando por gusto con otros, como en las cercanas luchas festivas de moros y cristianos o en los alardes vascos. A esa toma-riña la denominan tomatina, porque simulan la sangre del enemigo con el jugo rojizo del tomate, en el que acaban revolcándose por el suelo como los seres que todos sabemos. Aplastan así más de cien toneladas de alimentos, cuyo líquido simboliza demasiado bien la sangre de los muchos que mueren ese mismo día por falta de comida, mientras ellos pagan para poder alardear de destruir lo que salvaría sus vidas. Sucio espectáculo, vergüenza de España y de la humanidad.