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Macromatadero en Binéfar: Crónica de una muerte anunciada (la del planeta)

Imagen de archivo de un veterinario en una granja de cerdos en Catalunya. / El Periódico (Archivo)

Vivimos en un país de "fiesta y siesta", de "pan y toros", de "fútbol y reggaetón", de "butifarrades y castells"; vivimos voluntariamente ajenos a la realidad, casi totalmente concentrados en nuestros problemas, preocupaciones y necesidades, anhelando la felicidad en nuestro pequeño 'matrix' cotidiano.

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Mientras todo esto sucede, a pocos kilómetros de Catalunya, en la pequeña localidad de Binéfar (Huesca), se está poniendo en funcionamiento el que va a ser el mayor matadero de Europa, en el cual se va a dar muerte diariamente a más de 30.000 cerdos. Además del terrible dolor y sufrimiento que se va a causar a estos animales, recordemos que son seres con capacidad de sentir, esta actividad, conjuntamente con las granjas intensivas que los criarán, va a causar un terrible impacto medioambiental por contaminación de suelos y acuíferos, emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y gran consumo de agua y energía.

Todo esto va a suceder gracias a la pasividad de la población, pero sobre todo gracias a la complicidad de unos gobernantes totalmente sumisos a los intereses empresariales cortoplacistas e inmorales, y que con este proceder evidencian una vez más lo alejados que están de los problemas reales de la población y lo poco que les importa nuestro futuro como sociedad.

Tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta muerte, no salen gratis. Nuestro egocentrismo, nuestro afán de poder, nuestra falta de empatía y solidaridad y nuestra estupidez no van a quedar impunes. De hecho, nuestro planeta ya lo está pagando, al igual que los animales que en él vivimos. Pero serán nuestras hijas e hijos los que paguen con creces  por nuestros actos de hoy.

Debemos despertar de una vez de nuestro letargo antropocéntrico y darnos cuenta de que el planeta nos está dando serias y evidentes señales de que no estamos haciendo las cosas bien, de que detrás de cada cifra en las frías e inhumanas estadísticas de los mataderos había un ser vivo con capacidad de sentir que no quería morir. Asimismo es vital e improrrogable que nos demos cuenta de que no tenemos un planeta B.