Hace años, los sábados solía salir a bailar con mis colegas a la discoteca de la zona. Siempre que estábamos en la cola de entrada nos parecía injusto que las chicas entraran gratis y los chicos tuviéramos que pagar 8 euros. Cuando le pregunté a uno de los porteros por qué hacían eso, su respuesta, entre risas, fue: "Cuantas más mujeres en la sala, más hombres entran y más beneficio gana la empresa. Puro marketing, niño".
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Hoy por hoy estoy a escasos meses de convertirme en publicitario y puedo asegurar que eso no es marketing, es machismo en mayúsculas. Con ese sistema, que sigue vigente actualmente, solo se demuestra que las mujeres son tratadas como un producto, un objeto sexual.
Estoy convencido de que si todos, independientemente de su género, pagaran 4 euros, tendrían el mismo beneficio y contribuirían a la construcción de una juventud feminista, basada en la igualdad.