Ahora resulta que han salido unos cuantos defensores de la vida que dicen que el ruido de los petardos de Sant Joan estresa y molesta a sus perros. Vamos a ver: solo falta que también prohíban esta fiesta. Estos animalistas no respetan lo que piensan los demás. Eso sí, sacan a su perro atado con una cadena a las tres de la tarde con la lengua fuera a 37 grados. ¿Le han preguntado al animal si quería salir? Creo que nos debemos respetar entre todos y no prohibir tanto, que el que procura solo por él es un amargado.
Entretodos