En Barcelona hay más de 100.000 perros censados. O sea, por cada 10 habitantes hay un perro. Y sin embargo, la norma prohíbe que entren (ni atados) en la mayoría de parques públicos. Absurdo, ilógico e incoherente. ¿Dónde tiene que ir a pasear un perro de Barcelona si no es a un parque? Eso sí: ¡pueden ir en metro! Increíble.
Entretodos
Hay que cambiar la normativa ya, urgentemente, y permitir su entrada en el Turó Park, Moragas y en tantos otros parques (por ejemplo, en los de las illes interiores del Eixample, distrito muy falto de zonas verdes o para perros). Evidentemente, no en sus zonas infantiles, sino en espacios destinados para ellos (y si hace falta, venga va, atados y todo). Y sancionar, claro está, a los incívicos amos, los cuales, como en cualquier otro colectivo, nunca dejarán de existir.