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La realidad de las ciudades excluyentes

Una mujer acompaña a otra en silla de ruedas en Barcelona. / DANNY CAMINAL

Hoy me he encontrado una mujer en silla de ruedas parada frente a la entrada de un supermercado porque no conseguía entrar: la rampa de la puerta estaba demasiado inclinada y ella no tenía suficiente fuerza para subirla sola.

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Es cierto que se implantan muchas medidas para personas con problemas de movilidad, pero todavía hay mucho trabajo por hacer: la mayoría de estas, no permiten la independencia de la persona afectada, simplemente que pueda acceder a los locales con ayuda de alguien que le empuje la silla de ruedas.

En estos casos, una tarea tan sencilla como ir a comprar se convierte en una odisea y un reto frustrante. ¿Qué puedes hacer, pero, cuando la ciudad no te tiene en cuenta? Deberíamos convertir la empatía en una prioridad política, porque un pequeño esfuerzo de la administración para construir una ciudad realmente accesible supondría un cambio inmenso en muchas vidas.