La Constitución española es permeable, no es pétrea. Es, sin duda, perfectible y susceptible de mejoras, pero su actual redacción, según los doctos académicos de la RAE, no plantea problemas lingüísticos ni jurídicos.
Entretodos
El pluralismo, la dignidad, la igualdad, la tolerancia, el respeto, la no discriminación y la diversidad que se consagran en la Norma Fundamental no son, desde luego, gramática parda. No resulta de recibo gambetear -con pulsiones inclusivas de quienes preconizan el identitario desdoblamiento de género para así rendir culto de pleitesía - con episódicas majaderías como aquella que causó gran revuelo de miembros y 'miembras', y otros desvaríos léxicos, como verbigracia, los leones y las leonas del Congreso de Diputados.