Lo que sucedió en los campos de concentración que Alemania creó en la Segunda Guerra Mundial es, en muchos casos, inimaginable. No se trató solo de las cámaras de gas donde fueron asesinadas la mayoría de las personas que tuvieron la desgracia de ser deportadas a aquellos campos. Durante la primera mitad de 1941, la inmensa mayoría de recién llegados al subcampo de Gusen eran veteranos de la guerra civil española. Entre los otros reclusos, estos hombres ganaron fama por su valentía y solidaridad. Esto no hizo más que confirmar los temores de la SS, quienes les consideraron enemigos curtidos en la batalla y les dedicaron los castigos más duros.
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En 1941, casi un 60 por ciento de los presos clasificados como rojos españoles o simplemente españoles murieron en Mauthausen; buena parte de las 3.046 víctimas fue asesinada en las canteras. Los empinados escalones por los que los prisioneros debían ascender cada día, acarreando enormes bloques de granito a sus espaldas, parecían "un largo cementerio", como escribió uno de los supervivientes. Es por todo ello que la publicación en el BOE del 9 de agosto de 2019 de los 4.427 españoles muertos en los campos de concentración de Mauthausen y Gusen es un acto de justicia y reconocimiento.