Se regalan para prestigio del dador, el hartazgo infantil se producirá a los tres o cuatro días, el de los padres un poco más tarde, y en 15 o 20 días acabarán en la basura. Y la insatisfacción de los más pequeños esperará las otras fiestas del consumo (semana blanca, fin de curso, cumpleaños…).
Entretodos
He guardado en mi biblioteca, como si fuera una novela ilustrada de principios del siglo XXI, uno de los numerosos catálogos de juguetes, de 430 páginas a todo color, donde se detallan los precios y las características de cada compra. A veces aparece la faz luminosa de un consumidor modelo, niño o niña, sonrosado y sonriente.
Entre esas páginas he ido aportando imágenes de niños, estos sin género definido por estar desarrapados, de Haití, de Gaza, de Siria, del Congo, de las favelas militarizadas de Brasil, de Afganistán…, en un intento poco afortunado de completar mi catálogo-novela para que sea un reflejo fiel del civilizadísimo Occidente que tantas oportunidades nos aporta, al menos a los más competitivos de entre nosotros.