Has acabo tus estudios y te sientes preparado para enfrentarte al mundo laboral pero, de repente, notas el peso de una cifra en tus hombros: 42% de desempleo juvenil (según la EPA). La esperanza es lo último que se pierde, así que decides empezar a buscar empleo. ¿Y cuál es la primera sorpresa? El requisito imposible: entre tres y cinco años de experiencia.
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Somos muchos los jóvenes que tenemos ganas de aprender pero hay muy pocas ofertas que consideren la formación. El pez que se muerde la cola. ¿Cómo pretenden que adquiramos experiencia si no recibimos una oportunidad?