La muerte y la posibilidad de la vida después de ella ha fascinado a filósofos, artistas, religiosos y científicos a lo largo de la historia de la humanidad. No existe cultura que no hable del alma, o de la vida eterna, la reencarnación, los viajes astrales, los fantasmas o las experiencias extracorporales.
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Existen reportes luego de una muerte clínica: dejar el cuerpo y observarlo desde afuera, una sensación llena de paz, encuentros con seres ya fallecidos, visión del túnel, luces incandescentes y luego volver al plano corporal. Algunos especialistas aseguran que luego del estado 'postmortem' el alma abandona lo físico en estado de putrefacción para ingresar a otra dimensión incorpórea, es decir, aseguran que hay "vida después de la vida". Bruce Greyson, psiquiatra, padre de la investigación de experiencias cercanas a la muerte (ECM), afirma: "sus mentes salen incluso del quirófano y ven y oyen lo que sucede en otros lugares".
La Biblia relata muchos acontecimientos de la vida después de la muerte; el típico ejemplo es cuando Jesús, en su momento de transfiguración, habla con Moisés y Elías (quienes ya estaban muertos).
Los hinduistas y los budistas consideran a la reencarnación como piedra angular de sus creencias: afirman que la vida y la muerte se repiten de forma cíclica en diferentes cuerpos, nada es aleatorio y todo tiene un aprendizaje. También la masonería, en sus rituales funerarios, pregonan la muerte no como un final, sino como un comienzo y una transición para ver la luz del gran arquitecto del universo. La muerte no es el fin de la existencia.
El humano es el único ser que sabe que va a morir. Cuando el reloj biológico se acabe, se podrá conocer realmente qué hay más allá. Quizá la nada, un dormir profundo, un purgatorio o el paraíso eterno prometido por los cristianos.