Me ha llamado la atención una publicación que leí hace unos días en una red social: "¡Aún no han llegado las golondrinas!". Estos animales que acompañan a los seres humanos tienen por costumbre construir los nidos en las fachadas y tejados de las casas.
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Su hábitat es la zona del África subsahariana. Solo en tiempo de bonanza se desplazan a la parte más occidental, al otro lado del estrecho de Gibraltar, a nuestro país, en busca de mejor clima y donde tienen asegurada la manutención de sus crías. Con sus giros ágiles y vuelo rápido a ras del suelo, suelen atrapan un gran cantidad de insectos que capturan al vuelo, y que constituyen la dieta principal con la que alimenta a la prole.
Las golondrinas, que representan el amor, el cariño y el afecto hacia la familia y los amigos, son una de las aves que más ha inspirado a los humanos. Valga como ejemplo el poeta Gustavo Adolfo Bécquer: "Volverán las oscuras golondrinas / en tu balcón sus nidos a colgar, / y otra vez con el ala a sus cristales / jugando llamarán."
No es de extrañar que en estos tiempos difíciles de pandemia que estamos viviendo, la naturaleza nos sirva como válvula de escape y echemos de menos su presencia y sus vuelos improvisados que alegran tanto a los niños como a los mayores.