Como consecuencia de los efectos de la pandemia, el Ayuntamiento de Barcelona concedió a la restauración una ampliación temporal de la superficie de las terrazas, que más adelante pasó a ser definitiva. Como iniciativa de colaboración con el sector como parte afectada para ayudarles a superar la crisis, nada que decir; al contrario, siempre es positivo articular medidas de apoyo al mantenimiento del empleo en cualquier sector que lo necesite.
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Ahora bien, en el momento en que dichas medidas pasan a tener la consideración de definitivas, se me ocurre plantearle al Ayuntamiento las siguientes preguntas:¿se dan cuenta de que han convertido Barcelona en una gran terraza? ¿Dónde está el derecho al descanso de los ciudadanos? Con los horarios de permisión de cierre de establecimientos de restauración que tenemos (de los más amplios de Europa), ¿se dan cuenta de que Barcelona, que ya era una de las ciudades más ruidosas de Europa, con esta medida vamos a batir todos los récords? Los que tenemos que sufrir el volumen del ruido de las terrazas, somos contribuyentes como los demás, y no parece que se nos haya tenido en cuenta en absoluto.
Creo que la gestión municipal en este aspecto deja mucho que desear, y harían bien en replantearse el asunto en lugar de favorecer a un sector para perjudicar al resto. Vean si no lo que se está haciendo en otras ciudades, que no es más que revertir las medidas que se adoptaron en su momento.