Soy docente y traductor de alemán y he leído la noticia de que el todopoderoso Google trabaja en unas gafas que 'traducirán' en tiempo real, subtitulando la realidad. Sí, la tecnología avanza y cosas que antes eran impensables son ya parte de nuestro día a día. Pero, en este caso, queda aún un larguísimo camino para que la inteligencia artificial pueda sustituir a las personas que nos dedicamos a los idiomas. Y es que cuando mis alumnos 'trampean' sus trabajos utilizando Google Translator (sí, lo hacen), es más que evidente que no han sido ellos y ellas quienes escriben. La aplicación no es capaz aún de captar las sutilezas del lenguaje, de elegir el sentido adecuado de las palabras polisémicas ni, mucho menos, la ironía o los juegos de palabras. La aplicación calca, además, las estructuras de la lengua de origen y las reproduce en la lengua destino, dando lugar a frases antinaturales.
Entretodos
¿Nos quitará el trabajo esta 'mágica' tecnología? Por suerte (o por desgracia) creo que aún falta mucho para que así sea y, mientras tanto, los traductores e intérpretes seguiremos siendo necesarios en este mundo globalizado en el que, todavía, las palabras certeras tienen un gran impacto.