María Asunción Isern i Anglada. Sangre catalana, infancia andaluza, consagrada maestría. Transpira energía entusiasta por todo su ser; sus ojos, su piel, sus manos, su voz. Irradia calor humano, cobijo. Su olor es perfume de hogar, de familia. Experta en liderar colectivos musicales, fraternales y jaraneros. El alma de la fiesta y del evento más solemne. La bondad auténtica, la sonrisa forjada de humanidad. Su esencia es abrazo intenso en el que, si atendemos, parece que aún se puede acariciar su aura iserniana. Su música. Su amor incondicional a sus queridos. Y queridas.
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Descansa en son de paz. Y en silencio. Y gracias. Gracias, tía Meri. Te queremos.