Es bien sabido que las narcosalas están cada vez más vacías porque los adictos tienen patente de corso para pincharse en cualquier punto que deseen de la ciudad.
Entretodos
Lo que me sorprendió y ofendió fue ver ayer a unos trabajadores de narcosala, que pasaban por los jardines de Sant Pau del Camp, dando un sobre con todos los enseres para inyectarse droga a un heroinómano que se lo solicitó, para acto seguido apoyarse a un árbol y preparase el pico. A las 13:15 de la tarde.
Si el mismo Ajuntament promueve el consumo de drogas duras en público, Barcelona se convertirá en la mayor narcosala del mundo. Si no lo es ya.