¡Qué suerte tenéis!, me decían familiares y amigos de La Rioja cuando hablaba con ellos. Habían quedado tristes por la marcha a Barcelona del buen obispo Omella. Al ir al pueblo, incluso me habían pedido que le trajese un regalo, y así hice.
Entretodos
Después de 60 años de estar viviendo y trabajando en Catalunya, de tener familia y amistades aquí, me siento triste. No comprendo cómo el fanatismo del 'procés' ha llegado a dividir a las personas, cómo se ha deteriorado la convivencia y la calidad de esta sociedad que para mí era un gran referente.
Todos tenemos nuestros sentimientos, nuestros recuerdos individuales, pero lo que une a una comunidad es el respeto mutuo, y el trabajar por la solución de los problemas comunes. Esto sí que lo encontré al llegar a Barcelona y conocer a personas entregadas, una de ellas Alfonso Carlos Comín.
Espero que vuelvan a rebrotar las verdaderas raíces de Catalunya.