2020 está siendo un año aciago, de mucho dolor y ruido; pero poco a poco se acerca a su fin. Mientras, 2021, fecha clave para eliminar el cambio horario, se prepara. No falta tanto, y me pregunto si las aerolíneas, que en el 2018 lo paralizaron, han trabajado en ello. Con la cancelación de vuelos por la covid-19, tiempo habrán tenido.
Entretodos
España continental, por su longitud en el mapa, debería emplear el huso horario de Greenwich y no el de Europa Central, e igualarse con Reino Unido, Portugal o nuestras bellas islas Canarias. Lo natural sería parar el reloj con una hora de adelanto con el sol, como en invierno, y no dos. Sin más cambios, nuestro ritmo circadiano -que dirige nuestra cadencia de sueño y vigilia- estará afinado con el ciclo solar, sin soportar cada seis meses un trastorno añadido que afecta a niños, ancianos y enfermos.
Para que no sea otro compromiso incumplido, es el momento de abordar, con rigor y madurez, el sentido del huso horario que mantenemos y sus cambios estacionales.