El respeto es un componente muy importante tanto de la identidad personal como de las relaciones interpersonales. Sentirse respetado podría considerarse un derecho humano básico y, si falta, podría traer consigo rupturas de relaciones e incluso violencia.
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El respeto hace referencia a la capacidad de valorar y honrar a otra persona, tanto sus palabras como sus acciones, aunque no aprobemos ni compartamos todo lo que haga. El respeto es aceptar a la otra persona y no pretender cambiarla, no juzgarla por sus actitudes, conductas o pensamientos, aunque existan diferencias individuales. El valor del respeto mutuo debería enseñarse desde la infancia con la práctica de que "no hagas lo que no quieres que te hagan".
En nuestra sociedad se carece de respeto y ello conlleva a que las relaciones interpersonales se llenan de conflictos y de insatisfacción. Si no respetas tú, no te respetaran.
Así es como vemos a los políticos, a los directivos, a los profesores, madres o padres que gritan, insultan, no tienen educación, se mofan del prójimo, etcétera.
Y si nos faltan al respeto, también deberemos tomar medidas, como por ejemplo no contestar de la misma forma en la que han sido irrespetuosos con nosotros.