La lectura sana. La Seguridad Social debería plantearse incluirla en la cartilla de vacunación. Estaremos inmunizando a nuestros hijos frente a demagogos y cortos de mente. Inocularemos a la sociedad anticuerpos que formarán adultos empáticos, analíticos, curiosos, sabios y creativos.
Entretodos
Saque músculo. Al igual que cuidamos nuestro cuerpo, hagamos de las bibliotecas nuestro gimnasio. Ejercitemos nuestra mente con un buen libro. No lo digo yo, un simple peatón, sino el neurólogo Stanislas Dehaenel: “La capacidad lectora modifica el cerebro”.
Déjese de 'mindfulness' y practique el yoga mental. Nada favorece más la concentración que la lectura.
Leyendo afinará el oído. Escuchará más y mejor, y no solo las voces de los compañeros eternos de las novelas sino a sus congéneres. Comparando los cerebros de personas analfabetas con los de lectores, Dehaene verificó que los analfabetos oyen peor.
Y es que “hay más materia gris en la cabeza de una persona lectora y más neuronas en los cerebros que leen”, sentencia el neurocientífico Alexandre Castro-Caldas.
Despliegue las alas de su sillón orejero y vuele a sus lomos hasta la Patagonia del gaucho borgiano. Su cartera lo agradecerá. Volar hasta allá le saldría por más de 2.000 euros frente a los apenas 10 euros que cuesta un libro de bolsillo.