Señor Sanz Montes, arzobispo de Oviedo. Somos un Estado laico. Las leyes del aborto y de la eutanasia las propusieron y legitimaron los representantes de los ciudadanos en el Parlamento. No es una imposición ni una obligación someterse a ellas, es un acto personal, muy personal. Compararlas con el espectáculo de los toros es ridículo y además cruel, es un espectáculo que se regodea en el sufrimiento de un animal. Máxime si lo dice un arzobispo, y en el Día de Asturias. Mejor se ocupe usted de las cosas de sus feligreses y vigile bien a sus religiosos, y así prever y tratar de mitigar los permanentes escándalos a los que nos tienen acostumbrados. Ah, se me olvidaba, usted no es nada ni es nadie en la sociedad civil asturiana. Ni siquiera moralmente.
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