Una sociedad cada vez más individualista, hedonista y egocéntrica, junto con las medidas restrictivas motivadas por el coronavirus, han acentuado el creciente sentimiento de desapego hacia los mayores, recluidos en su indeseada soledad, muchos de ellos desatendidos o asistidos por extraños a su entorno familiar. Ancianos que, al verse en esa penosa tesitura, optan por tomar una decisión dolorosa: desheredar a sus hijos, al interpretar que sufren un maltrato psicológico que incide en su dignidad al sentirse ignorados y sumidos en una profunda tristeza.
Entretodos
La realidad social demanda una actualización de la normativa ante el incumplimiento de los elementales deberes de respeto y consideración flexibilizando la voluntad testamentaria. Lo ideal sería que se visibilizara la problemática y se tomase conciencia social de la misma proporcionando el afecto y la asistencia, el calor humano, a los más vulnerables.