Cuando las peticiones de solidaridad y respeto solo van por barrios, corremos el riesgo de que desoigan nuestras exigencias. Y no, no es un manifiesto universal y de bonitas palabras. Más bien es una crítica a algunos ciclistas. Y digo 'algunos', no muchos ni todos, ya que por suerte, son más los que cumplen con las normas que los que no. A pesar de eso, he podido contemplar que de forma generalizada, el ciclista, sobre todo el urbano, respeta poco el código de circulación y casi nada al peatón.
Entretodos
Semáforos en rojo que no se respetan, como si no fueran con ellos. Luces inexistentes cuando circulan de noche. Maniobras que comprometen la integridad de los viandantes, y lo más grave, la mala educación que algunos calzan cuando se les llama la atención.
Todos, peatones, ciclistas y conductores de automóviles o motocicletas, tenemos una responsabilidad. Unos más que otros, en función del daño que podamos ocasionar. Exigir respeto cuando no se ofrece, no solo nos pone en riesgo a todos, sino que aviva la insolidaridad, esa palabra tan poco fructífera.