Como brasileña me entristece decir que no tengo ni un poco de orgullo de que mi país sea la sede de los Juegos olímpicos. Debería ser un acontecimiento por todo lo alto pero la mala gestión política y económica del país hará que estos juegos se apelliden como "El Gran Desastre Olímpico". Parece el titular de una novela de ficción pero lamentablemente es la más pura realidad.
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Brasil le da la bienvenida a los juegos hundido en una crisis política, con una presidente apartada del cargo y un presidente en funciones que reconoce la falta de apoyo popular. No podemos dejar al margen la problemática del virus Zika, la epidemia de la gripe A y la incesante violencia en las calles del gigante de Latinoamérica. No es posible que con los JJOOa la vuelta de la esquina veamos titulares como: "Tres miembros del equipo de vela español asaltados a punta de pistola en Río de Janeiro". Me avergüenza y me entristece ver cómo este evento no ha hecho más que resaltar la gran desigualdad social del país. Mientras unos se pasean con equipajes de miles de euros, otros no saben cáando será la próxima comida que se podrán permitir.
Después del desastre del Mundial, pensé que habría mejoras de cara a los JJOO, pero lo que veo a diario es cómo la situación de mi país empeora. Corren contra reloj para mantener la imagen de sede olímpica pero tienen todas las cartas en su contra.
De momento no logro ver ningún aspecto positivo sobre ser la sede de los JJOO. Quizás lo único positivo sea la exposición de la situación crítica y deshumana que vive ese país a diario.