El pasado miércoles 21 de noviembre PP y Ciudadanos se negaron a condenar el franquismo en una votación en el Senado a propuesta del PSOE. Ambas formaciones de derechas quedaron retratadas una vez más al demostrar su beneplácito con el régimen franquista que dejó 150.000 muertos según los historiadores.
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El mensaje que quiero transmitir en esta carta es muy sencillo: ser demócrata es ser antifascista. Democracia y fascismo son dos antagonistas que no se pueden conjugar en una misma oración. Aquí no hay grises, solo blanco o negro. Defender los derechos humanos, la libertad de expresión, de prensa y de reunión, el sufragio universal y la separación de poderes no casa con votar a aquellos que no condenan un régimen autoritario que vulneraba todos estos derechos.
Márcate líneas rojas para decidir tu voto: unos márgenes que un partido debe respetar si quiere conseguir tu confianza. Condenar una dictadura, decir que asesinar y perseguir por motivos políticos está mal debería ser una línea roja en todos los demócratas. Después podremos discutir si es mejor ser de derechas o de izquierdas, europeísta o euroescéptico, independentista o unionista... pero no podemos permitir que en democracia alguien pueda cuestionarse si ser demócrata o fascista.
Defiende la unidad de España tanto como quieras, las políticas de derechas también, y vota a aquellos partidos que defiendan lo que piensas. Si no eres franquista, si condenas el régimen pero eres de derechas, no permitas que tu voto vaya a una formación que defiende que aquello es respetable.
A los votantes del Partido Popular y Ciudadanos: ser demócrata va antes que ser de derechas o de izquierdas; no cedáis vuestro voto a aquellos que, si por ellos fuera, os prohibirían vuestro derecho a ejercerlo.