Hoy, leyendo a Walt Whitman, ese gran poeta estadounidense, me he dado cuenta de que nació un 31 de mayo, y he considerado que podría hacerle un pequeño homenaje a partir de una frase suya: “¿Que yo me contradigo? Pues sí, me contradigo. Y, ¿qué? (Yo soy inmenso, contengo multitudes)”.
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De las muchas sentencias que escribió, en esta veo reflejado su carácter y su humanismo, al tiempo que me ha ayudado a reflexionar sobre mi propia realidad. Me reconozco en sus palabras y creo firmemente que somos seres ambiguos en todos los aspectos de nuestra vida. Estamos lejos de imaginar todo lo que tenemos que aprender, empezando por las circunstancias que atravesaremos y las personas que se cruzarán en nuestro camino. Con el tiempo, yo he ido sacando a flote aspectos de mi personalidad desconocidos para mí, formas de reaccionar ante determinadas situaciones que me han obligado a redescubrirme.
Me da la impresión de que los seres humanos somos incapaces de saber realmente quiénes somos, y que vivimos un poco a la deriva. Como escribe Whitman, cada persona es inmensa y contiene multitudes. Hoy y mañana, y ayer también, estamos en constante movimiento y reinvención, como las flores y todas las cosas que han de perecer algún día.