Hace veinticinco años que regento una tienda de marroquinería y regalos cerca del puerto de Barcelona, hemos superado tres crisis y estábamos capeando esta, pero desde hace unas semanas las cosas se han complicado. A finales de agosto se aposentaron frente a mi tienda unos manteros con bolsos de imitación, carteras y objetos similares a los que yo vendo, a mitad de precio. Son productos de ínfima calidad, pero desde que se han implantado en mi acera, he perdido la mitad de mis ventas.
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He llamado a la guardia urbana en varias ocasiones para que los echen de mi puerta, pero me dicen que tienen orden de no actuar a menos que haya altercados y que tenga paciencia porque son órdenes superiores. Señora alcaldesa, yo pago mis impuestos municipales y estatales rigurosamente, doy trabajo a dos personas y costeo su seguridad social, pago el alquiler del local, agua, luz y todo cuanto ustedes quieren cobrarme y a cambio ¿qué recibo?
No tenemos suficiente con afrontar la competencia feroz de las grandes superficies para que ahora tengamos que doblegarnos ante unas mafias que comercian con falsificaciones, personas y objetos robados. El comercio es la vida de Barcelona, si usted se empeña en dejarnos en mano de estas organizaciones será la responsable del cierre de cientos de tiendas y la ruina del pequeño comerciante.