Estoy de acuerdo en que a los miembros de los cuerpos de seguridad se les premie en función de sus actuaciones por el bien de la comunidad. Su lucha contra el terrorismo y la delincuencia, su actuación ante catástrofes naturales o accidentes de todo tipo merecen ser premiados.
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Pero que se les premie por apalear a hombres y mujeres (muchos de edad avanzada) indefensos y pacíficos, no tiene nombre por mucho que obedeciesen órdenes. ¿Acaso son el enemigo las personas que habitamos en este trozo de país que tanto dicen amar? ¿Y cómo pueden amar un país del que desprecian a su gente, sus costumbres, sus símbolos y, cómo no, su lengua? Solo quieren sus límites geográficos. No se merecen el premio.